domingo, 10 de enero de 2016

Carta de una madre Azteca a su hija


Odenando algunos documentos en la casa de mis padres, encontré la siguiente carta, dirigida a las mujeres.

Hija mía, nacida de mi sustancia, alimentada con mi leche, he procurado criarte con el mayor esmero, y tu padre te ha elaborado y pulido a guisa de esmeralda, para que presentes a los ojos de los hombres como una joya de virtud.
Esfuerzate en ser siempre buena; porque si no lo eres, ¿Quien te querrá por mujer? Todos te despreciarán.
La vida es trabajosa y es necesario echar mano de todas nuestras fuerzas para obtener los bienes que los dioses nos quieren enviar; pero conviene no ser perezosa ni descuidada, si no diligente en todo.
Sé aseada y ten tu casa en buen orden.
Da agua a tu marido para que se lave las manos y haz el pan para tu familia.
Donde quiera que vayas, preséntate con modestia y compostura, sin apresurar el paso, sin reirte de las personas que encuentres, sin fijar las miradas en ellas, sin volver ligeramente los ojos a una parte y a otra, a fin de que no padezca tu reputación.
Responde cortesmente a quien te salude o pregunte algo.
Empleate diligentemente a hilar, en tejer, en coser y en bordar; porque así seras estimada y tendras lo necesario para comer y vestirte. No te des al sueño, ni descanses en la sombra, pues la inacción trae consigo la pereza y otros vicios.
Cuando trabajes, no pienses más que en el servicio de los dioses y en el alivio de tus padres.
No te ofrezcas nunca a lo que no puedas hacer.
Evita la familiaridad indecente con los hombres, y no te abandones a los perversos apetitos de tu corazon, porque seras el oprobio(deshonra o verguenza publica) de tus padres y ensuciaras tu alma, como el agua con el fango. No te acompañes con mujeres disolutas(que se entrega a los placeres y a los vicios), ni con las embusteras, ni con las perezosas; porque infaliblemente infectarán tu corazón con su ejemplo.
No entres en casa ajena sin urgente motivo, porque no se diga o se piense algo en contra de tu honor, pero si entras en casa de tus parientes, saludalos con respeto y no estés ociosa, sino toma inmediatamente el huso o empleate en lo necesario.
Cuando te cases respeta a tu marido y obedecelo diligentemente en lo que te mande; acogelo amorosamente en tu seno, aunque sea pobre y viva a tus expensas.
Sigue hija mía los consejos que te doy; tengo muchos años y bastante practica del mundo. Soy tu madre y quiero que vivas bien.Fija estos avisos en tu corazón, pues así vivirás alegre.
Si por no escucharme o por descuidar mis instrucciones, te sobrevienen desgracias, culpa tuya será, y tu serás quien lo sufra.

Hija mía, que los dioses te amparen.

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